El Libro de la Virgen del Carmen
EL LIBRO DE LA VIRGEN DEL CARMEN
ISIS, ADONÍA, INSOBERTA, ASTARTE, MARÍA, MAYA, LA VIRGEN DEL MAR, RAM-IO
SAMAEL AUN WEOR
BUDDHA MAITREYA
KALKI AVATARA DE LA NUEVA ERA ACUARIA
SEGUNDA EDICIÓN – BOGOTÁ – COLOMBIA
PREFACIO
Esta pequeña obra fue escrita en el año 1952; fue una de las primeras incursiones para hacer llegar la Sabiduría Gnóstica al pueblo, para contrarrestar la salida en astral que hacen los brujos y brujas para causar daños a terceros, ellos utilizan el poder de la fornicación para sus hechicerías.
Para aquellos días esta pequeña obra mortificó en extremo a muchos sacerdotes de distintas ramas del Cristianismo y por orden del V.M. Samael se suspendieron nuevas ediciones.
Con el transcurso del tiempo las cosas han cambiado en el campo religioso y todos vemos el camino a seguir sin tanto fanatismo. Hoy sale «LA VIRGEN DEL CARMEN» para consuelo del pueblo sufrido.
Desearíamos que los sabios y doctos también lean este pequeño libro, lo practiquen y comprueben aseveraciones del Maestro.
Para salir en astral debemos formar el cuerpo astral; este cuerpo tiene color luminoso. El Alma va protegida con ese cuerpo.
En la persona común y corriente que no sigue la castidad ese cuerpo es vaporoso, sin brillo y muy vago, el cual cambia totalmente cuando transformamos nuestra simiente en luz y fuego por medio de la magia amorosa o la transmutación de solteros.
El monte que habla la Biblia es el campo astral, una de las tantas dimensiones de nuestro planeta tierra.
Hay citas bíblicas tales como las relacionadas con el sacerdocio para que sepan los gnósticos lo que se requiere con ese fin. También aparece un facsímile de la carta de un arzobispo antioqueño, en que manifiesta que leer la Biblia, traducida por Cipriano de Valera, no implica pecado.
Como decíamos los tiempos han cambiado y seguirán cambiando para bien de los humanos.
La televisión y la radio nos permiten hablar sobre transmisión del pensamiento y el don de la ubicuidad, telepatía y proyección a distancia.
Por medio de la Química se enseña que la materia se transforma en energía, esto nos permite enseñar a los humanos a transmutar la simiente en luz y fuego.
La corriente eléctrica por medio de los alambres nos permite hablar sobre las corrientes magnéticas o pránicas para curar enfermos y muchas cosas más que nos facilitan dar nuestro conocimiento al pueblo que tanto lo necesita.
Nosotros los gnósticos le damos el nombre de RAM-IO a la Virgen María. Debemos amarla tal como lo hacemos con la madre carnal. Por medio de ella podemos desintegrar nuestros defectos que tanto daño le causan a nuestros informantes, los sentidos.
Nosotros vemos la verdad desfigurada porque nuestros sentidos son defectuosos y son defectuosos mientras permanezcamos llenos de defectos.
MAESTRO GARGHA KUICHINES
EL PADRE NUESTRO
Padre nuestro que estás en los cielos (I.A.O.). Santificado sea tu nombre.Venga a nos tu Reino (Los mundos internos).Hágase, Señor, tu voluntad, así en la Tierra como en el Cielo.El pan nuestro de cada día, dádnoslo hoy.Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos de todo mal. AMÉN.
NOTA: Esta oración fue legada por Nuestro Señor el CRISTO y contiene siete peticiones sagradas para que los devotos del sendero pidan como gracia al Altísimo.
Los Gnósticos tenemos que hacer la voluntad del Padre, así en la tierra como en el cielo, pero generalmente los hombres llaman e invocan a Dios para que Él haga la voluntad de ellos, o sea al contrario.
LA SALVE
Dios te salve RAM-IO (María),llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre “IHESUS”. Virgen RAM-IO, Madre de Dios, ruega por nosotros los que tenemos el yo pecador; ahora y en la hora de la muerte de nuestros defectos (yoes).AMÉN.
NOTA: Esta oración, y el Padre Nuestro las deben orar todos los Gnósticos antes de acostarse o en momentos de peligro.
CAPÍTULO I
La Virgen del Carmen fue la Madre del Divino Redentor del Mundo.
Innumerables escritores han cantado loas a la madre más grandiosa de todos los tiempos.
¿Cómo podríamos definirla? Ni la pluma de Miguel Ángel, ni la Madona de Leonardo Da Vinci han logrado traducirnos en formal fiel la imagen de la Virgen María.
Innumerables esculturas han tratado de personificar a la Virgen del Carmen, pero ninguna de ellas puede traducir exactamente la fisonomía de aquella gran hija de la Luz.
Al contemplar con los ojos del Alma la inefable figura de aquella Divina Madre no vemos nada que nos sepa a diamantes, rubíes y esmeraldas.
Ante los ojos del Alma desaparecen por completo las púrpuras y sedas con que se ha querido envolver el recuerdo de María, la Divina Madre de Jesús de Nazareth.
No fue María aquella verdad mundanal pintada en todas las acuarelas.
Con los ojos del Espíritu sólo contemplamos una virgen morena quemada por el sol del desierto. Ante nuestras atónitas miradas espirituales se desdibujan esbeltos cuerpos y rostros provocativos de figuras femeninas, para aparecer en su lugar una mujercita sencilla de pequeña estatura, cuerpo delgado, rostro pequeño y ovalado, nariz roma, labio superior algo saliente, ojos gitanos y amplia frente.
Aquella humilde mujer vestía con túnica color carmelita o marrón y sandalias de cuero.
Caminando a través de los desiertos africanos rumbo a la tierra de Egipto, parecía una pródiga con su túnica vieja y rota, y su rostro moreno humedecido en copioso sudor.
No es María aquella estatua de púrpura y diamantes que hoy adorna la catedral de Notre Dame de París. No es María aquella estatua cuyos dedos de armiño, engarzados en puro oro, alegra las procesiones de la casa parroquial.
No es María aquella beldad inolvidable que desde niños contemplamos sobre los suntuosos altares de nuestras iglesias pueblerinas, cuyas campanas metálicas alegran los mercados de nuestras parroquias.
Ante nuestros sentidos espirituales sólo vemos una virgen morena quemada por el sol del desierto.
Ante la vista del espíritu desaparecen por completo todas las fantasías para aparecer en su lugar una pródiga humilde, una humilde mujer de carne y hueso.
Desde muy niña, María hizo voto de castidad en el templo de Jerusalén.
María era hija de Ana, su madre la llevó al templo para que hiciera sus votos.
Y era María una de las Vestales del Templo.
Nació entre una aristocrática familia, y antes de ingresar al templo como Vestal tuvo innumerables pretendientes y hasta tuvo un rico y apuesto galán que quiso casarse con ella.
Empero María no lo aceptó, su corazón sólo amaba a Dios.
Los primeros años de su vida estuvieron rodeados de toda clase de comodidades.
Cuenta la tradición que María hacía alfombras para el templo de Jerusalén y que esas alfombras se convertían en rosas.
María conoció la Doctrina secreta de la Tribu de Leví. María se educó a la sombra augusta de los pórticos de Jerusalén, entre el follaje núbil de esas palmeras orientales, a cuyas sombras descansan los viejos camelleros del desierto.
María fue iniciada en los Misterios de Egipto, conoció la Sabiduría de los Faraones, y bebió en el Cáliz del antiguo Cristianismo, calcinado por el fuego ardiente de las tierras orientales.
La Religión Católica tal como hoy la conocemos, ni siquiera se vislumbraba sobre los siete collados de la Roma augusta de los Césares y los viejos Esenios sólo conocían la vieja Doctrina Cristiana, la doctrina de los mártires, aquella doctrina por la cual San Esteban murió mártir.
Esa santa doctrina Crística se conservaba en secreto dentro de los Misterios de Egipto, Troya, Roma, Cartago, Eleusis, etc.
Lo grande que hubo en el Cristo, fue haber publicado la vieja doctrina sobre las calzadas de Jerusalén.
Y fue María, la Virgen del Carmen, designada por la Divinidad para ser la Madre del Divino Redentor del Mundo.
CAPÍTULO II
LA ANUNCIACIÓN
“Y al sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazareth”.
“A una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la Casa de David; y el nombre de la virgen era María”.
“Y entrando el ángel a donde estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida!, El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres”.
“Mas ella, cuando le vio, se turbó de sus palabras, y pensaba qué salutación fuese esta”.
“Entonces el ángel le dijo: María no temas, porque has hallado gracia cerca de Dios”.
“Y he aquí, concebirás en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás su nombre Jesús” (Vers. 26, 27, 28, 29, 30, 31 – Cap. 1 – San Lucas).
“Empero María, protestó en su corazón porque era casta, y dijo al ángel: ¿Cómo será esto? Porque no conozco varón”.
“Y respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo le dará sombra, por lo cual también lo santo que nacerá será llamado hijo de Dios” (Vers. 34 y 35 – Cap. 1 – San Lucas).
“Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor. Hágase a mí conforme a tu palabra. Y el ángel partió de ella”.
“En aquellos días levantándose María, fue a la montaña con prisa, a una ciudad de Judá”.
“Y entró en casa de Zacarías y saludó a Elizabeth”.
“Y aconteció que como oyó Elizabeth la salutación de María, la criatura saltó en su vientre y Elizabeth fue llena de Espíritu Santo”.
“Y exclamó a gran voz y dijo: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”.
“¿Y de donde esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?”.
“Porque he aquí, como llegó la voz de salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre”.
“Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirán las cosas que le fueron dichas por parte del Señor”.
“Entonces María dijo”:
“Engrandece mi alma al Señor”.
“Y mi espíritu se alegró en Dios mi salvador”.
“Porque ha mirado a la bajeza de su criada”.
“Porque he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones”.
“Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso y Santo en su nombre”.
“Y su misericordia de generación a generación a los que temen”.
“Hizo valentía con su brazo. Esparció los soberbios del pensamiento de su corazón”.
“Quitó a los poderosos de los tronos, y levantó a los humildes”.
“A los hambrientos hinchó de bienes, y a los ricos envió vacíos”.
“Recibió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia”.
“Como habló a nuestros padres, a Abraham y a su simiente para siempre”.
“Y se quedó María con ella como tres meses, después se volvió a su casa” (Vers. Del 39 al 56 – Cap. 1 – San Lucas).
En los tiempos antiguos toda la especie humana concebía sus hijos por obra y gracia del Espíritu Santo; y entonces no existía el dolor en el parto.
El Espíritu Santo enviaba a sus santos ángeles, para que estos juntasen a hombres y mujeres dentro de los grandes patios de los templos.
El acto sexual era dirigido por ángeles, y éste era un Sacramento que sólo se verificaba en los templos para engendrar cuerpos para las almas que necesitaban venir al mundo.
Entonces el dolor en el parto no existía, las mujeres parían sus hijos sin dolor porque los concebían por obra y gracia del Espíritu Santo.
Pero cuando la humanidad desobedeció a los ángeles, entonces pecó contra el Espíritu Santo y éste dijo a la mujer: “parirás tus hijos con dolor”; y al varón: “trabajarás con el sudor de tu frente para sostener a tu mujer y a tus hijos”.
Adán eran todos los hombres de los antiguos tiempos y Eva todas las mujeres de los antiguos tiempos.
María había venido siguiendo el sendero de la castidad y de la santidad, y por ello se sorprendió cuando el ángel le anunció que concebiría un hijo.
Ella nos enseñó con su ejemplo el sendero de la castidad.
Hoy en día el matrimonio se ha convertido en una licencia para fornicar. Los hombres y mujeres se multiplican por puro placer animal, sin importarles un ápice el Espíritu Santo.
Toda unión sexual que se verifica sin permiso del Espíritu Santo es fornicación. Pero esto no lo quieren entender los seres humanos de esta época porque se alejaron de la vieja doctrina que conoció la Virgen María, madre de Jesús y que predicó el Cristo sobre los muros invictos de Sión.
Todos los sabios del pasado engendraron sus hijos por obra y gracia del Espíritu Santo. Zacarías se sorprendió cuando el ángel le anunció el nacimiento de Juan el Bautista.
Juan también fue engendrado por obra y gracia del Espíritu Santo y fue un ángel quien anunció a Zacarías que su mujer ya anciana concebiría un hijo. Veamos los siguientes versículos bíblicos.
“Y aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios por el orden de su voz”.
“Conforme a la costumbre del sacerdocio, salió en suerte a poner el incienso, entrando en el templo del Señor”.
“Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso”.
“Y se le apareció el ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso”.
“Y se turbó Zacarías viéndole, y cayó temor sobre él”.
“Mas el ángel le dijo: Zacarías, no temas, porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elizabeth te parirá un hijo, y le llamarás su nombre Juan”.
“Y tendrás gozo y alegría, y muchos se gozarán de su nacimiento”.
“Porque será grande delante de Dios, y no beberá vino ni sidra; y será lleno del Espíritu Santo, aún desde el seno de su madre” (Vers. Del 8 al 15 – Cap. 1 – San Lucas).
Todos los grandes santos y sabios de los antiguos tiempos nacieron por obra y gracia del Espíritu Santo.
Aquellos esposos que quieran ser verdaderamente cristianos, deben orar al Espíritu Santo pidiéndole la Anunciación.
Y el ángel de Dios aparecerá en sueños a los esposos y les anunciará el día y la hora que deben verificar la conexión sexual.
Y así, todo hijo será bello y puro desde su nacimiento, porque es concebido por obra y gracia del Espíritu Santo.
Hay que dominar las pasiones carnales y cultivar la pureza y la santidad del matrimonio.
“Honroso es a todos el matrimonio y el lecho sin mancilla, pero a los fornicarios y adúlteros juzgará Dios” (Vers. 4, Cap. 13 – Hebreos).
“Que ninguno sea fornicario, o profano, como Esaú, que por una vianda vendió su primogenitura” (Vers. 16, Cap. 12 – Hebreos).
CAPÍTULO III
LA CONCEPCIÓN
Había en el templo de Jerusalén 33 varones sacerdotes de la Tribu de Leví.
José el padre de Jesús de Nazareth, era uno de los 33 ancianos del templo de Salomón.
Después de la Anunciación, el Sumo Sacerdote ordenó que todos los 33 sacerdotes del templo depositaran sus varas detrás del altar. Y se dispuso que aquella vara que amaneciera florecida, sería la del esposo de María.
Cada uno de los sacerdotes, uno a uno en orden sucesivo, fueron colocando sus varas detrás del altar.
El último que debía colocar su vara fue el Sacerdote José, pero éste se resistía a la orden del Sumo Sacerdote, alegando su avanzada edad.
Empero, tuvo que obedecer la orden, y depositó su vara detrás del altar.
Al otro día, muy de mañana, fueron los sacerdotes al altar para recoger sus varas, y cuánta no sería su sorpresa al hallar la vara de José toda florecida.
Así fue como se designó a José por esposo a María.
Y fue la Virgen del Carmen sacada del templo y depositada en la casa de un ciudadano honorable de Jerusalén, para aguardar la hora de la concepción.
Y el Ángel Gabriel escogió día y hora en que los esposos verificaron el acto sexual como un sacrificio en el altar del matrimonio para brindarle el cuerpo al Divino Redentor del mundo.
Y María fue virgen antes del parto, en el parto y después del parto, porque era Virgen del Alma, y porque la concepción se verificó por obra, es decir, por orden y gracia del Espíritu Santo.
El acto sexual, cuando es ordenado por ángel, engendra hijos por obra y gracia del Espíritu Santo.
El acto sexual para los puros es puro, y para los impuros, es impuro.
Cuando nosotros miramos el acto sexual con ojos de ángel, es Angélico, empero cuando lo miramos con ojos de malicia, es demoníaco.
Cuando se verifica el acto sexual por orden de ángel es santo.
Pero cuando se verifica el acto sexual por orden del diablo, es satánico.
María no tuvo dolor en el parto, porque concibió su hijo por obra y gracia del Espíritu Santo, y todos los esposos y esposas del mundo podrían imitar a María y a José, concibiendo sus hijos por obra y gracia del Espíritu Santo, “no fornicando”.
Esta es la clave maravillosa que permitirá que nazcan niños inteligentes y llenos de belleza.
Lo importante es saber abstenerse y orar al Espíritu Santo diariamente, y a su santo Ángel Gabriel, para que en sueños nos haga partícipes de la anunciación.
Y entonces el ángel del Señor, revelará en sueños el día y la hora en que los esposos pueden verificar el acto sagrado de la fecundación.
Esta concepción del Espíritu Santo, convertirá cada hogar en un paraíso, y desaparecerán los desencantos amorosos y habrá felicidad.
Toda oración al Ángel Gabriel, se hará así:
“Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar la aflicción de su sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, mas dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no subirá navaja sobre su cabeza” (Vers. 11, Cap. 1 – Samuel).
CAPÍTULO IV
EL MONTE
Nosotros somos almas que tenemos cuerpo. Pero el cuerpo no es sino el vestido del alma.
El cuerpo no piensa, la que piensa es el alma. El cuerpo no ama, la que ama es el alma. El cuerpo no desea, quien desea es el alma. El cuerpo es únicamente un vestido del alma.
Durante las horas de sueño, el alma se sale del cuerpo y visita todos aquellos lugares que le son familiares.
Durante las horas de sueño, el alma vaga por el sagrado monte de que nos hablan los santos de los evangelios.
La Biblia nos habla sobre el monte en los siguientes versículos.
“Y aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo y subió al monte a orar”.
“Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente”.
“Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías”.
“Que aparecieron en majestad, y hablaban de su salida, la cual había de cumplir en Jerusalén”.
“Y Pedro y los que estaban con él estaban cargados de sueño; y como despertaron, vieron su majestad, y aquellos dos varones que estaban con él”.
“Y aconteció, que apartándose ellos de él, Pedro dice a Jesús: Maestro, bien es que nos quedemos aquí; y hagamos tres pabellones, uno para ti y uno para Moisés, y uno para Elías, no sabiendo lo que decía”.
“Y estando él hablando de esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor, entrando ellos en la nube”.
“Y vino una voz de la nube, que decía: Este es mi hijo amado, a él oíd”.
“Y pasada aquella voz, Jesús fue hallado solo y ellos callaron; y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto”.
“Y aconteció al día siguiente, que apartándose ellos del monte, gran compañía les salió al encuentro” (Vers. 28 al 37 – Cap. 9 – San Lucas).
Ese monte que hablan los Evangelios, es el espacio.
Durante las horas del sueño, todas las almas vagan por el monte y visitan diferentes lugares, van a donde su corazón las lleve.
En sueños nuestra alma habla con seres distantes, habla con otras almas y puede conversar con los ángeles.
Cuando se dice que Cristo y Pedro y Juan y Jacobo subieron al monte a orar; y que Cristo se transfiguró en presencia de ellos, hemos de entender que los cuerpos de carne y hueso de ellos dormían mientras sus almas oraban fuera del cuerpo, en el monte.
Todo ser humano puede visitar el monte a voluntad. Lo importante es comprender que nosotros somos almas que tenemos cuerpos, y que podemos entrar y salir del cuerpo a voluntad.
Todo cristiano puede aprender a salir del cuerpo a voluntad.
LA CLAVE ES LA SIGUIENTE:
Acuéstese la persona en su lecho, adormézcase y cuando ya se encuentre dormitando levántese de su lecho con suavidad, cuidándose de no despertar de su sueño.
Luego salga de su cuarto, dé un pequeño saltito con la intención de flotar, y así volando, cada cual puede ir a donde su corazón le lleve.
La madre, podrá visitar a su hijo distante, verlo y conversar con él. El esposo podrá visitar a su lejana esposa, verla y ella a su vez podrá hacer lo mismo.
Esta no es una práctica mental, no se trata de un asunto mental, cuando decimos que el cristiano debe levantarse de su cama con suavidad, se debe hacer esto, así tal como se oye, pero cuidando el sueño, porque el poder para entrar al monte, está en el sueño.
Lo importante es dejar la pereza y levantarse de su lecho en el momento de estar dormitando.
En el monte, todas las almas pueden conversar con la Virgen del Carmen, y con el hijo querido de sus entrañas.
La Virgen Santísima del Carmen llora por todas las mujeres y vela por todos los humanos.
En el monte, la Virgen del Carmen aparece vestida con su túnica carmelita. Lleva un manto carmelita o marrón sobre su cabeza, lleva un escapulario en sus manos, y su cabeza va ceñida por una corona.
Esta es la Virgen Morena, la Virgen del Monte.
CAPÍTULO V
EL DISCERNIMIENTO
En nuestro pasado capítulo dijimos que cuando el cuerpo duerme el alma vaga por el sagrado monte.
El alma se ocupa durante las horas del sueño en los mismos oficios y ocupaciones del día.
Fuera del cuerpo los comerciantes compran y venden en sus almacenes, sin darse cuenta de que están fuera del cuerpo.
Durante las horas del sueño vemos a las almas de las modistas, de los mecánicos, de los tenderos, de los vendedores ambulantes, etc., dedicados a los mismos oficios y menesteres del día.
Esas almas andan dormidas, convencidas, seguras de que se encuentran en carne y hueso. Cuando alguien les dice que están fuera del cuerpo, entonces no creen y se burlan.
Si esas almas se dieran cuenta de que están fuera del cuerpo, entonces podrían transportarse a cualquier rincón del mundo en pocos instantes.
Así la esposa que sufre por el hombre que ama y que está ausente; la novia que está sufriendo por su novio amado, puede visitarlo sin ser vista. La madre que tiene el hijo ausente puede visitar a su hijo, y darse cuenta de su vida.
Lo importante es conocer la clave, el secreto para darse cuenta de que está fuera del cuerpo físico.
Esa clave es la del discernimiento. Durante el día debemos hacernos esta pregunta:
“¿Estaré en el cuerpo? ¿Estaré fuera del cuerpo?”.
Brinque usted entonces, dé un pequeño saltito con la intención de flotar en el espacio, y si flota es porque usted está fuera del cuerpo. Entonces suspendido en los espacios, diríjase a donde su corazón lo lleve.
Esta pregunta deberá hacérsela usted en presencia de cualquier cosa curiosa. Supongamos que va usted caminando por la calle y se encuentra con un amigo que hacía tiempo no veía, entonces hágase la pregunta:
“¿Estaré en el cuerpo o fuera de él?”
Dé un pequeño saltito con la intención de flotar, y si flota es porque su cuerpo está dormido en la cama y usted está fuera de él. Diríjase entonces a donde su corazón lo lleve, a donde el ser ausente, a donde el hijo lejano, a donde el ser amado.
Esta pregunta deberá usted hacérsela durante el día, en presencia de cualquier cosa curiosa. Un tumulto, un objeto raro, el encuentro con un fallecido, el encuentro con un amigo lejano, en fin, en presencia de cualquier detallito insignificante.
Esta clave del discernimiento se debe practicar durante el día, a cada paso, a cada instante, para que se grabe bien en nuestra alma, y actúe durante el sueño.
Todo lo que uno hace durante el día lo hace también durante el sueño, y si durante el día se acostumbra a esta práctica, durante la noche resultará usted haciéndola en horas del sueño cuando su alma esté fuera del cuerpo.
Y entonces, al hacerse la pregunta, dará el saltito tal como lo ha hecho durante el día, y despertará su conciencia y flotará en los espacios y podrá visitar a los seres lejanos, al hijo ausente, a la madre de la cual no ha tenido noticias, etc.
El alma durante las horas del sueño, está fuera del cuerpo, lo importante es que el alma se de cuenta de que anda fuera del cuerpo para poder visitar cualquier sitio lejano.
Esta es la clave del discernimiento.
Si estando fuera del cuerpo, invocamos con puro corazón a la Virgen del Carmen, entonces la Divina Madre del Nazareno concurrirá a nuestro llamado y podremos conversar con ella. Y si estando fuera del cuerpo invocamos al Ángel Gabriel, pidiéndole la anunciación entonces él podrá decir a la esposa y al esposo, en que día y en que hora pueden juntar sus cuerpos. Y así las mujeres podrán concebir sus hijos por obra y gracia del Espíritu Santo. Es decir, por orden del Espíritu Santo.
Los hombres pueden conversar con los ángeles durante el sueño. Toda mujer, todo niño, todo anciano, puede conversar con los ángeles durante el sueño.
Fuera del cuerpo podemos invocar a los ángeles y estos concurren a nuestro llamado para enseñarnos la palabra de Dios.
CAPÍTULO VI
MILAGROS DE LA VIRGEN DEL CARMEN
Todos los que conocemos el monte sabemos que la Virgen del Carmen es una trabajadora incansable.
Muchas veces, un devoto se cura de alguna enfermedad incurable, y entonces lleno de admiración exclama: “¡Un milagro de la Virgen del Carmen!”.
Pero el devoto ignora que la Virgen del Carmen ha tenido que trabajar intensamente para poder curar el cuerpo enfermo.
Otras veces un devoto se ha salvado de morir trágicamente, lleno de admiración exclamó: “¡Un milagro!”.
Pero el devoto ignora el esfuerzo supremo, el enorme sacrificio, la magnitud del trabajo que a la Virgen del Carmen le ha tocado realizar.
Vamos a relatar algunos milagros de la Virgen del Carmen:
1º) Alfredo Bello, se salvó de morir ahogado en una goleta, implorando a la Virgen del Carmen; navegaba Alfredo Bello en la zona del Canal de Panamá hacia la ciudad de Barranquilla, cuando la goleta estalló. Se hundió la nave entre las olas embravecidas del mar. No se veía sino cielo y agua, ni un rayo de esperanza y Alfredo Bello agarrado a un mísero tablón, imploraba a la Virgen del Carmen. Así se salvó el hombre; recibió auxilio a tiempo y lleno de admiración exclamó: “¡Un milagro!”. Pero aquel hombre ignoraba el esfuerzo terrible que tuvo que hacer la Virgen del Carmen para salvarlo.
2º) José Prudencio Aguilar, distinguido y selecto personaje de Riohacha, navegaba en una goleta de su propiedad a través de las olas embravecidas del Atlántico, cuando fue arrollado por un huracán aterrador que agitaba las embravecidas olas del mar. Aquella goleta estuvo a punto de hundirse entre las profundidades del Océano. El hombre clamaba a la Virgen del Carmen, y esta trabajando así duramente logró salvarlo del desastre. “¡Un milagro!”. Exclamó el hombre.
3º) La señora Esther Lozano dio a luz una bella niña sin sentir ningún dolor, en el parto, invocando a la Virgen del Carmen. “¡Un milagro!”. Exclamó, sin darse cuenta la dama del enorme trabajo científico que tuvo que realizar la Virgen del Carmen para salvarla. La señora agradecida bautizó a su hija con el nombre de la Virgen del Carmen.
4º) En el año 1940, viajando en una lancha de Tacamocho a Gamarra, una señorita de nombre Emilia Hernández, cayó al agua en instantes en que iba por un balde de agua. La dama estuvo cuatro horas entre las olas embravecidas el río Magdalena, agarrada a una insignificante rama, y se salvó de las garras de la muerte invocando a la Virgen del Carmen. El nombre de la lancha era “Manzanares”. La Virgen del Carmen tuvo que luchar muchísimo para salvar a la dama.
5º) Un marino, perteneciente a una distinguida familia samaria, tuvo un accidente en el mar, y duró varias horas en el agua. Al ser sacado volvió en sí, y todos exclamaron: “¡Un milagro de la Virgen del Carmen!”.
6º) En alguna ocasión un hombre que subía por un collado del Tolima, fue atacado por un perro rabioso. El animal aullaba entre tinieblas de la noche. El hombre temeroso, invocó a la Virgen del Carmen, y la bestia huyó despavorida. No hay duda de que ese animal era un ser tenebroso del abismo.
7º) ¿Y qué no diríamos de aquella niña que se salvó al estrellarse el avión en que viajaba? La nave aérea transportaba de Alemania a los Estados Unidos una gran cantidad de niños refugiados, cuando se estrelló en Estados Unidos. Perecieron todos esos niños, pero no se explica como y de que manera se encontró a cierta distancia del avión a una niña completamente sana y sin el menor rasguño. La Virgen del Carmen realizó ese maravilloso trabajo, ese formidable milagro. Aceptamos que por ley del destino la niña no debía morir todavía, pero inevitablemente se necesitaba una intervención, y ella fue precisamente la de la Virgen del Carmen.
CAPÍTULO VII
LA NATURALEZA
La Naturaleza es una Madre siempre Virgen. La Naturaleza es siempre Virgen y siempre Madre. La Naturaleza es una madre austera y bondadosa.
La conciencia de la Naturaleza, enseña al tímido pajarillo a construir su nido. La conciencia de la Naturaleza palpita en el corazón del árbol, en el corazón del tímido gusanito que se arrastra por la tierra, en el corazón del águila que altanera bate sus alas intrépidas sobre las moles gigantescas de granito, que se enclavan con sus torres almenadas entre el azul del cielo.
La conciencia de la Naturaleza enseña al niño a buscar el pecho de su madre, y enseña a las aves a levantar el vuelo.
La conciencia de la Naturaleza da forma a todas las cosas, organiza los pétalos de las flores que embalsaman el aire con sus perfumes, y ordena el movimiento de los astros entre la magnífica orquestación del Infinito.
La Naturaleza es una Madre austera y amorosa. Cuando penetramos en el monte, la vemos dentro de su templo magnífico, con su corona de oro, y su túnica blanca resplandeciente, gobernando a los elementos en lucha.
Cuando la humanidad molesta demasiado, ella hace lo que toda madre con sus hijos. Les regala juguetes para que se diviertan, deposita en la mente de los inventores, la radio, el avión, el automóvil, etc., para que sus hijos se diviertan, mientras se hacen maduros para estudiar la sabiduría de Dios.
Todos los ángeles inocentes de la tierra, del agua, del fuego y del aire, obedecen a la Bendita Diosa Madre del Mundo.
María, Adonía, Insoberta, Isis, Astarte, han simbolizado siempre a la Virgen Celestial de la Naturaleza.
La Naturaleza es un gran taller, donde Dios trabaja.
La Naturaleza es el templo de la Virgen Madre del Mundo.
CAPÍTULO VIII
LA IGLESIA GNÓSTICA
Ahora vamos a enseñarles a los devotos de la Virgen del Carmen el sendero del verdadero Cristianismo.
Estudiemos el capítulo tercero de la Primera Epístola del Apóstol San Pablo a Timoteo, veamos:
“Palabra fiel: si alguno apetece obispado, buena obra desea”. “Conviene, pues, que el obispado sea irreprensible marido de una mujer, solícito, templado, compuesto, hospedador, apto para enseñar”.
“No amador del vino, no heridor, no codicioso de torpes ganancias, sino moderado, no litigioso, ajeno a la avaricia”.
“Que gobierne bien su casa, que tenga sus hijos en sujeción con toda honestidad”.
(Porque el que no sabe gobernar su casa, ¿cómo cuidará la de la Iglesia de Dios?).
“No un neófito, porque inflándose no caiga en juicio del diablo”.
“También conviene que tenga buen testimonio de los extraños, porque no caiga en afrenta y en lazo del diablo”.
“Los diáconos, deben ser honestos, no bilingües, no dados a mucho vino, no amadores de torpes ganancias”.
“Que tenga el misterio de la fe con limpia conciencia”.
“Y éstos también sean antes probados; y así ministren, si fueren sin crímenes”.
“Las mujeres asimismo, honestas, no detractoras, templadas, fieles en todo”.
“Los diáconos sean marido de una mujer, que gobiernen bien sus hijos y sus casas”.
“Porque los que bien ministraren ganan para sí buen grado, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús”.
“Esto te escribo con esperanza que iré presto a ti”.
“Y si no fuere tan presto, para que sepas como te conviene conversar en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y apoyo de la Verdad”.
“Y sin contradicción, grande es el ministerio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne; ha sido justificado con el Espíritu, ha sido visto de los ángeles; ha sido predicado a los gentiles, ha sido creído en el mundo; ha sido recibido en gloria”.
Esta es la Epístola del Apóstol San Pablo a San Timoteo, varón pío y temeroso de Dios.
Esta es la Santa Doctrina de San Agustín, Santo Tomás, Clemente de Alejandría, Hipólito, Epifanio,
Carpócrates, que fundó varios conventos en España, Tertuliano, San Ambrosio, San Esteban que murió mártir, San Justiniano, etc.
Esta es la vieja doctrina que Cristo enseñó en secreto a sus 70 discípulos y por la cual fueron perseguidos los santos de Jerusalén.
Esta es la doctrina de los grandes príncipes de la Iglesia, esta es la doctrina de los Gnósticos, a la cual pertenecían los altos dignatarios de la Iglesia Católica Gnóstica primitiva.
Este es el antiguo Cristianismo que Pablo predicó en Roma cuando llegó cargado de cadenas. Este es el Cristianismo que estudió la Virgen del Carmen bajo la sombra augusta del templo de Jerusalén.
Veamos algunas otras enseñanzas del Apóstol San Pablo.
“Seguid la caridad; y procurad los dones espirituales más sobre todo lo que profeticéis”.
“Porque el que habla en lenguas, no habla a los hombres, sino a Dios, porque nadie lo entiende, aunque en espíritu hable misterios”.
“Mas el que profetiza, habla a los hombres para edificación, y exhortación y consolación”.
“El que habla lengua extraña, a sí mismo se edifica; mas el que profetiza, edifica a la Iglesia”.
“Así que quisiera que todos vosotros habléis lenguas, empero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla lenguas, si también lo interpretare, para que la Iglesia tome edificación”.
“Ahora pues, hermanos, ¿si yo fuere a vosotros hablando lenguas, qué os aprovecharé, si no os hablaré, o con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?” (Vers. 1 al 6, Cap. 14 – Corintios).
Así pues, San Pablo de Tarso aconseja a todos los buenos cristianos que practiquen la caridad, que procuren los dones espirituales, y sobre todo que profeticen.
“Si hablare alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; mas uno interprete”.
“Y si no hubiese intérprete, calle en la Iglesia y hable a sí mismo y a Dios”.
“Así mismo los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen”.
“Y si a otro que estuviere sentado, fuere revelado, calle el primero”.
“Porque podéis todos profetizar uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados”.
“Y los espíritus de los que profetizaren, sujétense a los profetas”.
“Porque Dios no es Dios de disensión sino de paz; como en todas las Iglesias de los Santos”.
“Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley dice”.
“Y si quieren aprender alguna cosa, pregunten en casa a sus maridos, porque deshonesta cosa es hablar una mujer en la congregación”.
“¿Qué ha salido de vosotros la palabra de Dios? ¿O a vosotros solos ha llegado?”.
“Si alguno a su parecer, es profeta, o espiritual, reconozca lo que os escribo, porque son mandamientos del Señor”.
“Mas el que ignore, ignore”.
“Así que hermanos, procurad profetizar; y no impidáis el hablar lenguas”.
“Empero hágase todo decentemente y con orden” (Vers. 27 al 40, Cap. 14, Corintios).
Todo buen Cristiano puede recibir al Espíritu Santo y profetizar. Pero el que quiera volverse profeta tiene que volverse completamente casto y santo.
La Iglesia de nuestro Señor Jesucristo no es de este mundo; él mismo lo dijo: “Mi reino no es de este mundo”.
En el monte de Dios Vivo, hay una Iglesia, invisible para los ojos de la carne, pero visible para los ojos del alma y del Espíritu. Esa es la Iglesia Gnóstica primitiva, a la cual pertenece el CRISTO y los profetas.
Esa Iglesia tiene sus obispos, arzobispos, diáconos, subdiáconos y sacerdotes que ofician en el Altar del Dios Vivo. El patriarca de esa Iglesia invisible es Jesucristo.
A esa Iglesia pueden ir todos los cristianos en alma y en Espíritu.
En los capítulos IV y V de la presente obra enseñamos el secreto para salir del cuerpo conscientemente, y visitar cualquier punto lejano de la Tierra.
También podemos todos los seres humanos visitar la Iglesia Gnóstica durante el sueño. Allí en esa Santa Iglesia, vemos a la Virgen del Carmen y a sus santos ángeles con ella.
Todos los grandes Santos de la Iglesia de Dios visitan la Iglesia Gnóstica. Los viernes y domingos en la aurora hay misas y comuniones, y todos los cristianos pueden asistir a esas misas y recibir la comunión de pan y vino, siguiendo las enseñanzas dadas en el capítulo IV y V de este libro. En esa Iglesia se le enseñará a todos los devotos a profetizar.
En la Iglesia Gnóstica vemos al Cristo sentado, en su trono, y todos los Gnósticos podemos conversar con él personalmente.
Todos los sufrimientos de María sucedieron cuando se desposó con José el Sacerdote.
María fue iniciada en los misterios de Egipto.
En la Iglesia Gnóstica, los cristianos aprenden a profetizar.
Lo importante es seguir la senda de Santidad y Castidad perfectas.
En nuestros libros titulados: «El Matrimonio Perfecto» y «La Revolución de Bel» estudiamos a fondo los grandes misterios del sexo. En esas obras enseñamos los secretos más grandiosos del Universo.
QUE LA PAZ SEA A TODOS LOS SERES HUMANOS.
SAMAEL AUN WEOR